Babel, inclusión y traducción de estudios de mercado

Considerando la cantidad de recomendaciones y guías de comunicación con perspectiva de género publicadas por empresas y organizaciones en los últimos tiempos, se podría decir que este enfoque llegó para quedarse. En este artículo, comparto mi experiencia como traductora de uno de los tipos textuales que más empatía demanda y mi visión sobre cuestiones candentes, como el uso del inclusivo, con la esperanza de aportar ideas a un debate necesario. 

 

Lo que pasó en Babilonia

El mito de la torre de Babel cuenta que hablar diferentes lenguas fue alguna vez un castigo divino. El pueblo de la ciudad de Babilonia planeaba construir un edificio que alcanzara el cielo. Al enterarse de tal «atrevimiento» por parte de «los hombres», Dios hizo que hablaran diferentes lenguas y se dispersan alrededor del planeta para que no puedan comprender y así dejaran de conseguir lo que se proponían. 

5 Y el SEÑOR descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres. 6 Y dijo el SEÑOR: He aquí, son un solo pueblo y todos ellos tienen la misma lengua. Y esto es lo que han comenzado a hacer, y ahora nada de lo que se propongan hacer les será imposible. 7 Vamos, bajemos y allí confundamos su lengua, para que nadie entienda el lenguaje del otro.

Se sabe que la mayoría de las lenguas modernas evolucionaron desde una raíz formada por un pequeño grupo de idiomas a lo largo de los siglos. Las sociedades y las instituciones sufren transformaciones permanentemente. Las personas, la parte más pequeña de estos colectivos, desarrollamos habilidades, solemos sacar provecho de los errores cometidos y hasta tenemos la libertad de cambiar de opinión. Y las y los profesionales de la traducción necesitamos estar al tanto de las normas de la lengua, pero también de las tendencias y los fenómenos socioculturales y lingüísticos actuales. Solo así podremos ser capaces de ofrecer las mejores soluciones posibles para que los textos que traducimos logren sus objetivos de comunicación.

 

Traducción de estudios de mercado: español, sexo y género

Para cumplir su función de métodos de investigación y recopilación de datos, las encuestas se suelen localizar según el mercado o la región. El idioma utilizado en un cuestionario tiene que ser lo más cercano posible al que usa el grupo de participantes que se investiga. El español neutro de los subtítulos de Netflix no suele ser adecuado en este tipo de textos. Una encuesta traducida al español de España generalmente se incorpora al mercado argentino sólo después de una localización completa que adecue léxica y gramaticalmente la redacción a la variante del castellano que usamos en esta región. Pero la localización suele ir más allá de los límites de la lengua. Por ejemplo, a veces se necesita encontrar equivalentes locales de tiendas físicas o cadenas europeas o estadounidenses. En un trabajo reciente, dediqué horas a identificar los nombres con los que se comercializan en Argentina cientos de modelos de automóviles.

Los estudios de mercado se basan en un «diálogo» que puede volverse bastante «íntimo». Más allá de la opinión sobre un producto o servicio, un cuestionario necesita obtener ciertos datos personales de sus participantes. Por eso, el modo en que la persona encargada de entrevistar (cara a cara) o el texto del cuestionario (en línea) se dirige a una persona encuestada es fundamental para conseguir la participación desde el inicio. La mayoría de los cuestionarios toma alrededor de 20 minutos, y «robar» ese tiempo a las y los participantes requiere un gran esfuerzo. Considerando todos estos aspectos, la estructura de las encuestas en línea, debe permitir la clasificación necesaria, para la cual la siguiente pregunta suele encontrarse entre las primeras:

¿Con qué género se identifica?

  • Femenino
  • Masculino
  • Ninguna de las opciones anteriores

Traduzco cuestionarios de encuestas y sondeos de opinión desde hace 10 años, y la alusión a la identificación de género no termina de reemplazar a la clásica referencia al sexo biológico, pero este tema excede esta publicación, ya que los motivos pueden ser muy variados.

Al igual que en otras lenguas romances, en español el género gramatical está marcado por morfemas, es decir que, el morfema -a es femenino y el -o, masculino, por lo que los sustantivos y adjetivos con esas terminaciones serán respectivamente femeninos y masculinos, salvo excepciones. De todos los tipos de texto con los que trabajo, los cuestionarios de encuestas son los que más exigen el empleo de una lengua que interpele del modo correcto a quienes se dirige y, por lo tanto, es necesario evitar todo uso discriminatorio de la lengua. Entre estos se encuentra el masculino genérico que se emplea para grupos con integrantes de diferentes géneros o cuando el género es indeterminado. Sin embargo, no siempre resulta claro cuándo un masculino plural es neutro y cuándo es masculino, y su uso contribuye a la invisibilización de mujeres y personas no binarias. Este es un planteo que desde hace unos años sostienen diferentes colectivos feministas y de otros grupos minoritarios: lo que no se nombra no existe. En usos como «el hombre/los hombres» para referirse a la humanidad o «los científicos», para la comunidad científica, subyace el androcentrismo que perpetúa la dominación por parte del género masculino. 

Por esto, en la traducción de cuestionarios de encuestas es necesario prestar atención a las preguntas relacionadas con los datos demográficos: estado civil, ocupación, lugar de residencia, educación, etc. Para estas, desde hace tiempo se suele incluir la solución tipográfica con la barra «o/a» u otras opciones por fuera del masculino genérico que acabamos de describir para vocablos que en la lengua de origen tienen una sola forma: married, worker, employee, PhD., etc. Hay quienes optan por agregar una «a» entre paréntesis tras el morfema masculino -o para dar lugar al género femenino, por ejemplo, «casado(a)» en lugar de «casado/a», pero, a mi modo de ver, por su sentido, la barra es la opción que presenta los dos géneros con mayor igualdad. Según la Ortografía (RAE, 2010), la barra expresa «alternancia u opcionalidad» (v. Pág. 426). En cambio, si bien al referirse a este uso en particular de los paréntesis, encontramos que «se encierra entre paréntesis el elemento que constituye la alternativa» (v. Pág. 367), este signo ortográfico doble generalmente inserta información complementaria o aclaratoria.

En el cuerpo del cuestionario, por otra parte, abundan adjetivos como satisfied y willing, para los que a veces es posible usar sustantivos que eviten la alternancia tipográfica. Por ejemplo, para How satisfied are you about X? podemos emplear «¿cuál es su grado de satisfacción con X?». Sustantivar todos los adjetivos del texto fuente, sin embargo, no siempre es posible. Cuando el original presenta escalas con adjetivos, cambiar estos por, por ejemplo, «un nivel de satisfacción alto» o «un nivel de satisfacción bajo», es atribuirnos una libertad que podría atentar contra el diseño de las encuestas o no encajar del todo cuando la encuesta pase a programación y se incluyan imágenes como las siguientes.  

Es que las escalas usan adjetivos que apelan a las impresiones de los y las participantes, y se usan por motivos de simplicidad y eficacia comprobadas.

El desdoblamiento es otra alternativa para evitar el masculino genérico que no recomendaría para encuestas, salvo en determinadas partes. Días atrás traduje una encuesta dirigida al personal de un grupo de empresas de Latinoamérica. En los párrafos que presentaban el plan de acción y la misión de la empresa, usé «empleados y empleadas» para empleados , pero en las preguntas y opciones de respuestas, recurrí a la solución de la barra porque considero que allí manda absolutamente la economía.

A veces es necesario buscar soluciones nuevas para formas que hace tiempo no representan tanto la realidad. El término «ama de casa» para homemaker es hermoso, pero se podría considerar sexista si en la misma encuesta tenemos una sola alternativa en masculino para los equivalentes de business owner, manager, y supervisor. Para que el conjunto de opciones en la pregunta referida a la ocupación sea inclusivo, podríamos usar «persona responsable/encargada (de las tareas) del hogar»  y la alternancia de la barra que mencionamos para el resto: propietario/a de una empresa, gerente/a y supervisor/ a.

El empleo de estrategias para obtener textos no sexistas es una tendencia que va más allá de los idiomas con marca de género o de las lenguas romances. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas publicó una serie de recomendaciones para la redacción del lenguaje inclusivo en cuanto al género en cada una de sus seis lenguas de trabajo: el árabe, el chino, el español, el francés, el inglés y el ruso. En Estados Unidos, el inglés de la Constitución incluye un masculino supuestamente genérico en los pronombres referidos al presidente y a los miembros del Congreso. Ben Zimmer, el autor del artículo que comparto debajo, comenta que estos usos por defecto pueden apoyar la idea de que los hombres deberían ocupar las posiciones de poder político. Es ese margen para las interpretaciones sesgadas ante la falta de explicitación lo que un uso inclusivo del idioma, sea cual sea, también busca evitar.

 Toallitas higiénicas… y el presidente Fernández

Hace mucho tiempo traduje una encuesta sobre toallas sanitarias, ropa interior reutilizable y otros productos de higiene «femenina» del inglés al español de Latinoamérica. Lejos del enfoque de la Ley 26743 de mi país, que da derecho a cada persona a ser tratada según su género autopercibido, sugerí a quienes me encargaron el trabajo que dirigiéramos la encuesta exclusivamente a mujeres, ya que sería completada por personas que usaran productos de gestión menstrual y eso, para mí en esa época, incluía solo a mujeres o personas de sexo femenino. Así fue como las palabras con marca de género referidas a las personas que participaban en el estudio de mercado llevaron el morfema femenino en mi traducción. La mencionada ley, sancionada en 2012, define como identidad de género «a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo». Considerando que hay personas menstruantes que se identifican con el género masculino o con ninguno de los dos, hoy usaría la alternativa tipográfica «o/a» y otras estrategias para emplear un español no discriminatorio para América Latina. Si la traducción fuera para Argentina, podría incluso evaluar la posibilidad de sugerir el empleo de una tercera opción de género, como la que se logra usando la terminación -e en lugar de -o o -a. Parte de nuestro trabajo en traducción consiste en proponer soluciones lingüísticas, pero la decisión final no es nuestra.

Pero ¿y a quiénes alude la -e? La terminación en -e se usa para incluir a personas de género femenino en el uso genérico que siempre se atribuyó al masculino. También se considera no binaria y la usan las personas que integran el colectivo LGTBI. Pero también vendría a ocupar otros lugares. Hace poco, escuché en la radio a un especialista en gastronomía que quería mencionar a la persona que es, a su juicio, la mejor entre todas las que se dedican a la coctelería en Buenos Aires. Entonces tras su nombre, dijo: «…que es para mí le mejor «bartender» de Buenos Aires», y explicó que, en su opinión, si decía «el mejor» faltaba a la concordancia, porque se trata de una mujer, y si decía «la mejor», podría interpretarse que solo se refería a la mejor entre otras mujeres del rubro.

El actual presidente de Argentina suele dirigirse a  «argentines» y  «chiques», y esta novedad fue tema de una nota del New York Times a poco de iniciado su mandato.  Alberto Fernández suele usar la terminación inclusiva junto a las otras dos, como lo hizo —no sin algo de esfuerzo— desde su candidatura: «prometo trabajar para que cada chica, cada chico, cada chique tenga un lugar en la escuela pública». Estas formas son tan novedosas y llamativas como incómodas. Sí, incluso, o más aún, para profesionales de las lenguas, como esta servidora, que tenemos el deber de analizarlas y estudiarlas, evitando que posiciones ideológicas y preferencias personales se antepongan a criterios profesionales. Es que aquí entra en juego una apelación a la llamada norma heterosexual o heteronormalidad dominante, y es por esto que algunos lingüistas no ven este uso como una amenaza al español correcto, sino como una forma de reclamar un espacio en la sociedad. Como sea, las personas que tenemos la responsabilidad de crear textos en español, ya sea desde una traducción o desde una redacción en nuestra lengua materna, tenemos que ser conscientes de nuestras elecciones y a veces dedicar mucho tiempo a indagar qué hay más allá de una «tendencia» que puede al principio hacernos ruido. Quienes pagan por nuestros servicios nos van a agradecer si aportamos soluciones a favor de sus objetivos de comunicación, siempre que se implementen de manera sistemática y fundada. 

Ampliar la mirada

Opiniones que se escuchan con frecuencia con respecto al lenguaje inclusivo: «esto de hablar con la -e es solo una moda pasajera», «el desdoblamiento altera la economía y estropea una lengua hermosa», etc. Sin embargo, la terminación en -e, por ejemplo, es muy frecuente entre adolescentes y jóvenes, y reemplaza en muchos casos a las terminaciones -x o -@ que desde hace tiempo se solían usar en textos escritos con la misma intención, pero carecían de aplicación en la oralidad. Al parecer, no obstante esta diferencia de aplicación, la -x de la lengua escrita generaría menos rechazo que la -e de la oralidad por parte de quienes no concuerdan con estas intervenciones sobre la lengua común.

Por todo lo expuesto, considero que la promoción del uso del lenguaje inclusivo y no sexista en español y en otras lenguas no es patrimonio del feminismo ni de un partido político, y las motivaciones para adherir a dicho uso se encuadran en el marco planteado por organismos internacionales, como la ONU, gobiernos provinciales, como el de la provincia de Entre Ríos, y otras organizaciones cuando recomiendan incluir la perspectiva de género en la redacción de sus textos.

Volviendo a los estudios de mercado, para conseguir mantener la atención de quienes participan y lograr el mayor número posible de encuestas completas, la redacción es clave. Por eso si hoy estuviera a cargo de un proyecto sobre productos para la menstruación, considerando que las personas que menstrúan no se identifican solamente con el género femenino, mi abordaje sería distinto del que adopté hace unos años. Los motivos trascienden la ideología: el éxito o fracaso del estudio puede estar altamente relacionado con la lengua usada en el cuestionario y el modo de dirigirse a sus potenciales participantes, lo que la colega Emilia Alegre, cuyo artículo sobre sexismo en UX Writing recomiendo, llama empatía de género. El uso que hacemos de la lengua tiene efectos, eso es incuestionable, y como vemos en Babilonia, el verdadero poder reside en el entendimiento entre las personas que formamos una comunidad.

Espero que este artículo acerque una reflexión sobre los alcances de esta tendencia en nuestras traducciones y sobre el modo en que construimos la realidad al expresarnos.

A continuación, comparto algunos de los enlaces incluidos en mi publicación para mayor claridad. Pueden escribirme con sus comentarios sobre este tema a contacto@wordkeys.com.ar.

Cecilia Palluzzi

https://www.un.org/es/gender-inclusive-language/guidelines.shtml

https://www.pagina12.com.ar/241461-santiago-kalinowski-prohibir-la-e-es-persecucion-politica

https://medium.com/@emilia.alegre/el-sexismo-en-el-ux-writing-contenidos-digitales-sin-empat%C3%ADa-de-g%C3%A9nero-a8b0455d814b

https://elpais.com/elpais/2020/07/17/eps/1594981722_985896.html

https://www.wsj.com/articles/dealing-with-gender-in-the-pronouns-of-law-and-public-life-11596213703

1 comentario en “Babel, inclusión y traducción de estudios de mercado”

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