Gertrude Stein, la escritora y coleccionista de arte estadounidense, escribió durante muchos años sus memorias sobre la Francia que eligió para vivir a principios del siglo XX. Este ensayo, fiel al estilo del fluir de la conciencia de esa época, se publicó en 1940, el día que París cayó en manos de los alemanes, con el nombre de París Francia. Stein comparte en esta obra su mirada sobre la cocina, la moda y la forma de ser francesa; el idioma francés, las mascotas, la guerra, la campiña y la ciudad de París como eje cultural mundial en los primeros decenios del vigésimo siglo.
Gertrude fue una mujer sumamente empoderada para la época y en este libro escrito en primera persona, además de su estilo singular, se aprecia una visión particular dotada de una gran capacidad de volver extraños aspectos sumamente cotidianos de la vida y de desentrañar además el arte, las relaciones humanas y hasta las posiciones en el mundo que ocupaban las potencias de la época. También encontramos algunas historias narradas con un estilo lindero con el realismo mágico y comparaciones insólitas, como la de las personas y los siglos.
Siguiendo esa línea y tal vez impulsada por una reflexión sobre mi propia edad a poco de cumplir años, pensaba que el siglo que estamos viviendo cumplió veintiún años en medio de una pandemia y se me ocurrió compartir un fragmento de mi traducción de este librito enorme. Es un trabajo que hice hace un tiempo, que me dio mucha alegría y con el cual aprendí mucho, aunque no se haya editado.
Ojalá que, ahora que el siglo que transitamos es mayor de edad, empecemos a vivir tiempos menos agitados que los de los años de adolescencia de nuestro siglo XXI. Comparto una pizca de mi traducción del texto de Stein con la esperanza de que algo de lo aprendido en la edad madura del siglo pasado haya impregnado el inconsciente colectivo para que podamos escribir una historia distinta de la que le esperaba al mundo cuando mi querida autora publicaba, llena de optimismo, su libro.
Este es el siglo XX. Estuve pensando mucho en los siglos. Yo creo que los siglos son como los hombres, comienzan como simples niños esperanzados y después pasan por ese periodo que el doctor Osler solía llamar la edad de la insensatez, entre los once y los diecisiete años, y luego pasan por el periodo en el que se vuelven civilizados, y después el siglo se asienta, en mayor o menor medida, se vuelve, como dicen los franceses, «rangé», es decir civilizado, y se termina el trabajo.
Me da la sensación de que todos los siglos son así, claramente así fue el siglo XIX y el siglo XX, los demás siglos, probablemente lo sean. Lo que es cierto de un siglo es bastante cierto de todos los siglos.
Así que estamos en el siglo XX justo cuando el siglo comienza a estar listo para civilizarse.
Cecilia Palluzzi