Corrección de traducciones: buenas prácticas y criterios universales

¿Trabajás con colegas y de vez en cuando te toca corregir la traducción de un coéquipier? ¿A veces las agencias te ofrecen encargarte de la corrección, en lugar de la traducción, en algunos proyectos? No todas las personas con título universitario de traducción tienen nociones de corrección de traducciones ni mucho menos formación en corrección de textos en su propia lengua. Por eso en este artículo te presento algunas acciones que considero buenas prácticas de corrección de traducciones y el que para mí debería enseñarse como el criterio básico o universal para esta tarea, estrictamente sobre la base de mi propia experiencia en más de quince años de trabajo.

 

El circuito traducción-corrección-revisión final (sign off)

Si recién estás empezando como profesional independiente de la traducción, te cuento que, en general, si una agencia (seria, buena) te asigna una traducción, tu primera versión en la lengua meta se manda a corregir. Tras su paso por los ojos y las manos de otro profesional a quien se asigna la corrección, volvés a recibir esa versión para que hagas la revisión final, aceptando o rechazando los cambios hechos por ese otro profesional. Entonces cuando en lugar de traducir sos quien corrige, en caso de que el circuito sea como el que menciono, la persona que traduce recibe nuevamente su traducción con tus cambios, y tiene la responsabilidad (o facultad) de decidir si los acepta o no y de entregar la traducción terminada. El mismo circuito se suele implementar entre colegas cuando trabajamos en equipo.

En todos los proyectos, el papel de las personas encargadas de la corrección de las traducciones es fundamental. Son las encargadas de encontrar y corregir errores de tipeo, gramaticales, de puntuación, de terminología o de interpretación en la traducción de otra persona. Sin embargo, hay algo que tenés que recordar cada vez que encares este rol: no hace falta demostrar nada. Si no hay errores, no se cambia nada. A veces me toca corregir a colegas tan buenas que no necesito poner ni una coma. 

 

El criterio básico y algunos pasos para una buena corrección de traducciones

Paso a enumerar algunos puntos que en conjunto hacen a las buenas prácticas de la corrección de traducciones. Estos puntos pueden servirte si estás empezando a trabajar para agencias o en equipo y por momentos te convertís en la parte correctora de los proyectos, pero todavía no sabés si lo estás haciendo bien. 

Corregir en etapas

En primer lugar, para corregir bien hay que dedicarle el tiempo suficiente. Como a toda tarea, dirás, claro, pero a veces se suele escatimar el tiempo que se dedica a esta parte del proceso y eso puede derivar en la mala calidad del texto meta. Hace falta leer el texto que revisás por lo menos dos veces. Dos veces como mínimo, sí. Lo que me parece ideal es observar por separado y en una primera instancia el traslado correcto del sentido del original y el uso de la terminología correcta. Lo que funciona aún mejor es avanzar bastante en la lectura de la traducción antes de tomar una decisión relacionada con la terminología. Es que, al empezar a trabajar en la corrección, quizás nos falte contexto para determinar si, por ejemplo, un término que parece inadecuado finalmente lo es o no. Para textos muy extensos, recomiendo apuntar los términos que se van cambiando. Si se cambian palabras claves, hay que hacer una revisión de consistencia terminológica y, usando herramientas como buscar y reemplazar, cambiar todas las repeticiones de esas palabras en el texto. 

En una segunda lectura, me parece importante enfocarnos con mayor detalle en la puntuación, la ortografía y las cifras (corroborar si aparecen tal como en el original, si aparecen). Antes de terminar, se debe pasar el corrector (Spell checker o como se llame), tanto en Word como en los programas de traducción asistida. También se debe verificar si los cambios hechos con reemplazos automáticos no introdujeron errores de uso de mayúsculas o minúsculas ni espacios de más.

Dejar comentarios y justificar los cambios

En segundo lugar, hay que justificar los cambios, de lo que se deriva que hay que no se debería cambiar lo que no se puede justificar. Este es EL criterio básico que toda persona de bien que se digne a corregir una traducción ajena debería tener siempre presente. Es simple: si el cambio que estás por hacer no tiene sustento en ningún diccionario ni fuente de consulta de terminología, ortografía o gramática, es muy probable que estés por hacer un cambio estilístico, y eso no corresponde (más adelante sugiero algo para estos casos). ¿Bueno y cuando sí hace falta un cambio o una corrección? En general, salvo que se trate de un error de tipeo, una tilde, la falta de un signo de apertura o cierre, una cifra mal copiada o de otra cosa que quien tradujo pueda inferir, le dejo un mensaje al traductor con una cita o un enlace justificando mi corrección. Recomiendo hacer este aporte cada vez que se introduce un cambio en la traducción de otra persona. De este modo, esa persona entenderá por qué hay un cambio y, lo mejor de todo, podrá incorporar una norma o el sentido o uso de una palabra que tal vez desconocía.

Además es importante compartir enlaces de fuentes de consulta gratuitas de campos de especialidad entre colegas. Incluso a veces, el equivalente que necesitamos está en algún sitio web. Informar de la existencia de un enlace pertinente que quizás la parte traductora no haya podido encontrar también puede considerarse una buena práctica de corrección. Todo esto hará que la traducción sea de una calidad superior, y no solo del proyecto en el que estás trabajando. Si aprendemos de los errores y sentamos una base de vocabulario sólida, el próximo proyecto conjunto, que puede ser un agregado del cliente al proyecto actual o una actualización del texto unos años más tarde, sin dudas, será mejor, sobre todo cuando se trata de textos de especialidad.

Qué hacer cuando no hay justificación para el cambio

Una de las primeras consignas que me grabaron a fuego en la carrera de Corrección Internacional de Textos en Español que hice en la Fundación Litterae en convenio con la Fundéu es que la corrección debe respetar el estilo del autor. Cuando corregimos traducciones el autor es el traductor. El estilo del traductor puede no gustarle al corrector, pero no se puede cambiar, esa no es la tarea de quien corrige. A esto me refería más arriba cuando decía que no corresponde hacer cambios estilísticos.

Puede pasar, sin embargo, que existan frases o palabras en lugar de aquellas que usó nuestro traductor que nos suenen mejor o nos parezcan más frecuentes o adecuadas por algún motivo. Posiblemente en ese caso no exista ninguna fuente donde basar una potencial mejora porque lo que se pretende cambiar no es un error. Simplemente como parte revisora encontramos otra forma de escribir lo mismo que a nuestro entender funcionaría mejor. En esos casos, se puede optar por dejar un comentario amable acerca de la posibilidad en cuestión. La persona encargada de la tarea de traducir deberá tomar la decisión de incorporar o no la sugerencia durante la revisión de las correcciones. Después de todo, ante cualquier observación del cliente, quien haya estado a cargo de la traducción será quien deba responder por la versión final en la mayoría de los casos.

Correcciones motivadas por el uso del lenguaje claro

Algunas correcciones que hago a veces tienen que ver con el orden y la cantidad de palabras. Son cambios basados en los criterios generales del lenguaje claro que tienen como finalidad facilitar la transmisión del mensaje. Si no sabés qué es el lenguaje claro, podés encontrar mucha información en Clarity, Plain Language o en la página de la Red de Lenguaje Claro Argentina. En este sentido, siempre que sea posible y en géneros textuales sin marca de autor, como las encuestas, intento hacer estas tres modificaciones. 

Reordenar según sujeto – verbo – objeto,

reemplazar las frases largas por otras más cortas y

transformar la voz pasiva en activa.

 

Hoy estás de un lado, mañana del otro

Si, como menciono al principio, con frecuencia alternás roles, sabrás que en una traducción de, pongamos, 9000 palabras, una mala corrección te arruina media jornada de trabajo. Te pueden llegar cambios innecesarios en tu traducción e incluso errores. Total, como nadie explica que hay que fundamentar las correcciones, algunos colegas, quizás por falta de experiencia o de pericia, «meten mano» arbitrariamente. Revertir esos cambios innecesarios y recuperar la que era tu versión antes del paso por la corrección puede llevar mucho tiempo que nadie paga ni devuelve, pero hay algo más que se puede leer entre líneas ante una mala corrección. ¿Y si nuestros errores, los verdaderos errores de mayor o menor importancia que como seres humanos podemos cometer una vez cada tanto en un trabajo como el nuestro, pasaron inadvertidos?

En carne propia

Me han devuelto traducciones muy largas plagadas de errores y cambios injustificados incluidos en la etapa de corrección, incluso trabajando para empresas que están entre las veinte agencias de traducción más grandes del mundo. En esas oportunidades he sufrido, no solo por tener que dedicar mi tiempo a revertir todo lo cambiado, sino porque al ver la calidad de esas correcciones, dudaba de que hubieran sido capaces de corregir lo que era necesario en mi traducción. Hice varios reclamos ante estas situaciones y hasta armé una serie de criterios similares a lo que incluyo en este artículo y la envié a la agencia para que la distribuyera entre otros proveedores de servicios. ¿Sucedió? Nunca sucedió. Pero vos que querés hacer bien tu trabajo ya sabés: nada de cambiar algo porque sí, «porque me suena así» o porque no hay nada que cambiar y tal vez la agencia piense que no hiciste nada. Ante la duda, leé de nuevo, y si está todo bien, tarea cumplida.

Espero que esta introducción a las buenas prácticas de corrección de traducciones te sea útil. Si tenés dudas o comentarios, no dejes de escribirme a contacto@wordkeys.com.ar.

 

Cecilia Palluzzi

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